¿Ya, enero?
Entre resfriados, y sinusitis, como no podía ser de otra manera, cerramos la persiana a enero. Una pena que el cabrón siempre pase tan desapercibido, como si nada. ¿No os pasa?
Si bien es efecto placebo, a mi cambiar de año me afecta
para bien. Y antes de rasgar calendarios y descorchar botellas de champan me
gusta darle un poco a la cocotera. Cuadrar las cuentas con el tiempo y con
lo que uno es; esas cosas que uno hace cuando está en la cama con los ojos
cerrados sin poder dormir, pero con una atención más detenida y en vista panorámica,
no tanto con lupa de rutina y ambiente de “día a día”.
En fin, poco a poco, pero sin miedo y con ganas
de vivir, que, por cierto, parece ser que según pasan los años más imprescindibles
son y por tanto menos deberíamos sobreentenderlas ¿Por qué coño la edad
arrambla con la ilusión y esas cosas que riman con sentido?
Entiendo que las situaciones de cada uno condicionan, y
que a veces no es nada fácil. Las obligaciones esclavizan, los hijos, y todas
esas mayorzadas que ya llegarán. Pero, ahora cerca de mis dos patitos y
consciente de mi privilegio de joven con una salud que me tiene sin quejas´, aprovecho
para darme el lujazo de proponerme mimar un poco estas “nimiedades” a las que
les doy valor, y que ojalá se conserven atemporalmente.
En fin, que no sé escape la ilusión conforme las calvicies,
las próstatas y las tensiones arteriales pasan a ser palabras de uso cotidiano.
(...)
Benditos sean las formas de expresión,
Los quehaceres no obligatorios,
Las risasa a destiempo de compases,
Las mañanas de los días soleados.
Benditos los que se proponen intentarlo,
Las conciencias intranquilas que despiertan,
Los que lloran, los que abrazan,
Los que alguna vez se equivocaron.
Bendita sea no necesitar mirada ajena,
El regustín picantón de los pecados,
Las intenciones genuinas e imperfectas,
Los adultos que juegan sin pelotas ni palos.
Bendito sea rasgar más calendarios,
Los andares con mochila compartida,
Los sentidos de fuera para dentro,
Las interpretaciones de dentro para mi,
Benditos los eneros que nos quedan por aquí.
Abrazos,
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