La aduana de crecer, canción de Sharif Fernández sobre el paso del tiempo

En este post os comparto mis reflexiones sobre una de mis canciones favoritas: “La aduana de crecer” de Sharif. Os dejo el link al final.

Mi niñez fue un tren, persiguiendo al horizonte
Que siempre decía: ¡ven! Sin saber muy bien a donde
El futuro era un país en el confín de la distancia
Lejana nube gris en la ventana de mi infancia
Y crecer era sencillo, todo tenía brillo
Siempre había una princesa que salvar de algún castillo

La infancia es ese periodo en el que cuentas con una imaginación irreversible; no existen referencias, ni leyes naturales o artificiales (creadas por el hombre) que rijan el mundo; la imaginación nos permite que las cigüeñas traigan niños al mundo, o que las princesas habiten palacios. Esa etapa de inconsciencia e irracionalidad donde no existe el espacio-tiempo, sino un intenso y constante presente donde se vive sin pensar, entre sollozos y risas intensas e injustificadas. Donde no se le da pie a la vergüenza o al resultado, sino al proceso, a lo que se siente mientras se hace. Qué bonito es ser niño.

Nadie te cuenta que este cuento es un engaño
Que todo es un invento pa que sigas al rebaño
Que el tiempo pasa lento pero que vuelan los años
Que crecer es aprender a desengaños, que!

Toda la fe, que se pierde ya no vuelve nunca
Y no tío!, no siempre hay respuesta a las preguntas

Irremediablemente los Reyes un día dejan de ser magos y se cambia el cole por el Instituto. La transitoria adolescencia, o los niños que empiezan a quitarse el pañal, que quieren crecer rápido y ser mayores; con sus amistades eternas y los sentimientos a flor de piel, el comienzo de la independencia, de la vida privada, de las novias y los novios… Empiezan las frustrantes preguntas sin respuesta, los primeros desencantos, la búsqueda de la identidad, los complejos… Ayyy!

No, no se cotiza, el tiempo se desliza
Recuerdo las calles, los parques, tardes rojizas
Y mi primer grafiti en la pared con una tiza

Y finalmente el tiempo y la salud entran en juego. Empezamos a recordar, a querer volver a ser exploradores, a esas primeras veces. Ahora el tiempo corre a contrarreloj, a expensas del destino, de la suerte, o de lo que fuere, y la vida depende de uno mismo sin más autoridad moral que la propia. Ante ello no nos queda otra más que ir tirando “a tu manera”; crear nuestro propio mapa con un sistema de creencias y valores que nos definan… Quitarse el pañal, no queda otra, porque hacía atrás ya no se vuelve (“toda la fe que se pierde ya no vuelve nunca”) y no tiene sentido volver a creer en señores gordos que visten de rojo y vuelan en trineo, a menos que quieras vivir en un engaño constante, que no es lo mismo que la inocente ilusión de la que gozábamos cuando éramos niños.

(estribillo)

Y miro hacia atrás para recordar quien soy
Y miro hacia delante pa saber a dónde voy
Ya no doy gracias al cielo por el pan de hoy
Tengo los pies en el suelo se dónde estoy

Si bien la razón nos ayuda a domar los sentimientos y nos diferencia de los animales, a veces siempre hay un cierto deseo de volver a disfrutar con una pelota, sin responsabilidades ni pensamientos de por medio, dejar de analizar. Y en esos momentos de frustración por no llegar a esas cotas de felicidad es cuando realmente cambiamos, mirando hacía detrás por lo que éramos y queríamos antes, y hacía delante para saber hacia dónde realmente nos está llevando la rueda.

¡Ahora todo se analiza!
Hasta el mismísimo amor sabe a ceniza, los besos agonizan
Todos los días son arenas movedizas
Un sueño que despierta mientras otro cicatriza

Y así, entre besos que saben a ceniza, y otros malos sabores de boca que brinda la vida a aquellos que se dejan conmover por ella, vamos siendo más conscientes de que ya nos queda menos. El peso de la propia existencia se nos echa encima, y eso nos sirve como herramienta para plantearnos cómo y qué hacer antes de que esto se acabe: qué sentido queremos darle a todo esto, evitando quedarnos atrapado en la tela de araña que constantemente nos teje la nostalgia.

(…)
Tras reflexiones, la conclusión es
Que en esta vida no hay un libro de instrucciones
Solo el corazón es la única bandera
Y desde ahí, si, cada uno vive a su manera

Si bien pagar estas aduanas no es gusto de nadie, y es obligación de todos, en esta parte privilegiada cara de occidente no deberíamos tener queja alguna por ello. Hay quienes las pagan mucho más caras. Que cada uno haga lo que pueda en este laberinto sin salida, pero siempre con esa marca tan humana de llevar el corazón como bandera. En el fondo, lo único bueno de ser mayor es que puedes educarte y decidir encaminarte hacía ello.

Y se me escapa, como el niño que perdió su mapa
Todo acaba, el tiempo pasa, eso es madurar
Tic, tac, tic, tac, tic, tac, y el reloj del corazón siempre tiene la razón
Aquellos niños ahora temen ser mayor

Gracias Sharif.

Canción: https://www.youtube.com/watch?v=XbMQziORHUU



Comentarios

Entradas populares de este blog

A mí lo que me gusta es correr

Antes de que caiga en el olvido - A mi abuela

22 años, en contra de mi voluntad.