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A mí lo que me gusta es correr

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A pesar del formato plomizo, ojalá quienes hagan deporte en general, o corran en particular, encuentren algo que mascar entre estas líneas.   Hoy he corrido mi primera Maratón. Pero no voy a relatar mi experiencia, y mucho menos a hablar de técnicas, ritmos, o desniveles. Ni me interesa en especial, ni soy lo suficientemente docto para andar dando la chapa sobre el asunto. Si algo puedo aportar, es sobre la forma en la que me relaciono con el deporte. En especial, con el correr. A mí lo que me gusta es correr. Sencillamente porque encuentro valor en la liturgia que implica mover una pierna detrás de otra con una fase de vuelo de por medio. Estás contigo (no te queda otra). Sientes el desgaste, pero también la fuerza. Palpas tus límites de una forma particular, y, sobre todo, vacías un poco la cocotera. Este interés por correr es precisamente lo que me hizo estudiar Ciencias de la Actividad Física y del Deporte en la Universidad. Pero claro, pronto me di cuenta de que esto de los pa...

22 años, en contra de mi voluntad.

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Ni dolores físicos, ni enfermedades a la vuelta de la esquina, ni preocupaciones mayores que me quiten el sueño. ¿Qué más se puede pedir? No tengo queja realmente, solo son esos gritos que lanzo al vacío constantemente cada vez que fantaseo con darle la vuelta a las agujas del reloj, o por lo menos en alargar las primaveras y los veranos, ahora que tengo un cuerpo que responde y un coco que quiere ver y nutrirse constantemente de lo que la experiencia vital le pueda brindar. Desde hace un par de años me pregunto activamente “cómo será eso de ser mayor” y de manera directa o indirecta voy recabando información sobre esta cuestión. Mi intuición de momento me dice que llegue tarde, como de costumbre, a todo esto de ser mayor. Sin complejo de Peter Pan, entiéndanme, pero quiero seguir jugando, y veo que incluso a mi alrededor, esa genuinidad, esa forma de acercarte a las cosas se va diluyendo. El foco cambia, la voluntad pierde valor, las expectativas ya están caducas y los deseos so...

La aduana de crecer, canción de Sharif Fernández sobre el paso del tiempo

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En este post os comparto mis reflexiones sobre una de mis canciones favoritas: “La aduana de crecer” de Sharif. Os dejo el link al final. Mi niñez fue un tren, persiguiendo al horizonte Que siempre decía: ¡ven! Sin saber muy bien a donde El futuro era un país en el confín de la distancia Lejana nube gris en la ventana de mi infancia Y crecer era sencillo, todo tenía brillo Siempre había una princesa que salvar de algún castillo La infancia es ese periodo en el que cuentas con una imaginación irreversible; no existen referencias, ni leyes naturales o artificiales (creadas por el hombre) que rijan el mundo; la imaginación nos permite que las cigüeñas traigan niños al mundo, o que las princesas habiten palacios. Esa etapa de inconsciencia e irracionalidad donde no existe el espacio-tiempo, sino un intenso y constante presente donde se vive sin pensar, entre sollozos y risas intensas e injustificadas. Donde no se le da pie a la vergüenza o al resultado, sino al proceso, a lo que se s...

"Los Asquerosos" de Santiago Lorenzo. ¿Mi libro favorito?

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M anuel  es un pobre diablo en toda regla : su trabajo es insoportable, no tiene nadie con quien compartir una conversación en tiempos de ocio o de nubes negras, y encima va contando los céntimos para llegar a pagar el alquiler de su muy humilde morada.  No es un mal tipo, solo es un poco  sui generis  y le gusta llevar destornilladores en el bolsillo,  como quien lleva kleenex cuando está resfriado. Y claro, un día  un policia le increpa equivocadamente cual criminal, y el gacho   a modo de reflejo instintivo se defiende clavandole su herramienta por excelencia,  y… se mete en un maravilloso entramado sobre el que transcurre la novela. El muy paranoide  huye de todo y se pira a una casa abandonada en una aldea que no tiene ni nombre . Gracias a su ingenio, sus escasos ahorros, sus muchas peripecias y la ayuda altruista de un familiar consigue vivir en el anonimato absoluto sin necesidad de enfrentarse a conversaciones de ascensor indeseables...

¿Ya, enero?

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Entre resfriados, y sinusitis, como no podía ser de otra manera, cerramos la persiana a enero. Una pena que el cabrón siempre pase tan desapercibido, como si nada. ¿No os pasa? Si bien es efecto placebo, a mi cambiar de año me afecta para bien. Y antes de rasgar calendarios y descorchar botellas de champan me gusta darle un poco a la cocotera. Cuadrar las cuentas con el tiempo y con lo que uno es ; esas cosas que uno hace cuando está en la cama con los ojos cerrados sin poder dormir, pero con una atención más detenida y en vista panorámica, no tanto con lupa de rutina y ambiente de “día a día”. En fin, poco a poco, pero sin miedo y con ganas de vivir , que, por cierto, parece ser que según pasan los años más imprescindibles son y por tanto menos deberíamos sobreentenderlas ¿Por qué coño la edad arrambla con la ilusión y esas cosas que riman con sentido?   Entiendo que las situaciones de cada uno condicionan, y que a veces no es nada fácil. Las obligaciones esclavizan, los hij...

Pobre Cristina...

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Puedes tenerlo todo, pero ¿qué es todo y para qué sirve? "Pobre Cristina" de Joaquín Sabina está basada en la triste vida de Cristina Onasis, la única hija del magnate Aristoteles Onassis, quien falleció a los treinta y seis años en extrañas circunstancias después de una vida de complejos y depresiones debido a su exceso de peso y a su mala suerte con los hombres. Esta canción habla sobre las vidas de las altas esferas; los que viajan en yate a New York, los que nacen con unos medios que los demás no podemos ni soñar, los que van siempre con un sequito de personas que abren las puertas de sus Rolls, los que tienen una agenda repleta de eventos con grandes mesas y trajes de gala. Nada que envidiar, o ese es el mensaje que nos transmite Sabina desde el principio de la canción: “Era tan pobre que no tenía más que dinero” Desde que la razón llama a la puerta y una vez satisfechas las necesidades básicas, la propia existencia nos acaba recordando que hay una serie de incóg...

Antes de que caiga en el olvido - A mi abuela

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A ntes de que se pudran las rosas de su lecho, de que sea tarde y la memoria nuble su rostro y no sea capaz de recordar, dimensionar o recrear. Antes de que los calendarios pasen de página y las frases las articule con creos y ayeres. Antes de que guarde la ropa en bolsas y ordené sus pocas pertenencias. Antes de que me vaya a hacer la cena y vuelva a la incertidumbre del temido presente… Mi abuela al final de su vida no era mujer de mucha palabra. Era muy majica, siempre con su sonrisa, pero tendía a quedarse calladita. Jugábamos de todas las formas que se me ocurriesen: pintábamos, le ponía Villancicos, cantaba, le movía las manos a modo de baile. Le hacía recordar sus orígenes y le engañaba haciéndole creer que tenía 15 o 20 años menos. Le decía que había dado un paseo por toda la residencia y que ella era la más guapa, era un pesado con eso. Le ponía los cascos y le hablaba a través del Traductor de Google, para que se creyese que algo divino le hablaba y le decía cosas bonitas. ...